Gente Maja

jueves, 22 de diciembre de 2011

La bella y la bestia (Beauty and the beast, 1991)




Estas son fechas muy de niños, alegres y al tiempo nostálgicas. Es por ello por lo que hoy he decidido escribir sobre una de las películas más bonitas que ha pasado por delante mis ojos, aunque quizá esto sea porque es la primera que recuerdo haber visto.

Resulta curioso que en este nuestro blog no hayamos (que recuerde) dedicado una entrada a Disney, otro de los grandes estudios de Hollywood durante la época dorada del cine en Estados Unidos. También es cierto que este es blog de cine clásico, y la película que hoy nos ocupa tiene 20 años, pero... ¿no es todo un clásico del cine para niños (y no tanto)?





¿Quién iba a ser capaz de amar a una bestia?


Bella, una joven muy hermosa y que le apasiona la lectura se aloja en un lúgubre castillo a cambio de obtener la libertad de su padre, prisionero de una horrible y cruel bestia. Aunque en realidad es un bello y apuesto príncipe preso de una maldición. Para romper el hechizo, deberá hacer que la joven se enamore de él antes de que caiga el último pétalo de una rosa encantada.







Dirigida por Gary Trouslade y Kirk Wise y con guión de Linda Woolverton, la historia está basada en un cuento popular centro-europeo que contó con varias versiones durante el S.XVIII (remontándose la primera un siglo antes), siendo la de la escritora Jeanne-Marie Leprince de Beaumont la más popular, y precisamente fue esta la que cogieron los de Disney para adaptarla y hacer la película.

Hay claras diferencias entre la versión del estudio cinematográfico y las de la autora francesa, entre las más destacadas nos encontramos:

- que mientras en el cuento francés Bella tiene otras dos hermanas caprichosas y egoístas, siendo ella humilde y bondadosa, en los dibujos animados es hija única;

- otra diferencia la encontramos en el padre, pues Disney nos lo representa como un científico-inventor un poco loco, y en el cuento es un rico mercader.

- Pero la diferencia más notable la encontramos en la rosa: en la versión de Jeanne-Marie Leprince Beaumont se nos narra que un día llega a la ciudad un barco cargado de ricas mercancías por lo que se arma un gran alboroto, sin embargo la realidad es que prácticamente no lleva nada. Decepcionadas ante la noticia de quedarse sin joyas y demás alhajas, el padre de Bella se embarca en un largo viaje para traerle a sus hijas mayores valiosas piezas y gemas y a bella una simple rosa, que es lo único que quiere. Pero cuando ya se hace a la mar, una terrible tormenta hace que tenga que refugiarse en un castillo, donde, pasada la noche, se despierta con un lujoso traje a su lado. Cuando se dirige a la salida del castillo ve un jardín lleno de rosales y se acuerda de su hija Bella y el regalo que quería, por lo que corta la más bonita de todo el jardín... cuando de pronto una terrible y temible bestia aparece y le reprocha que a cambio de su hospitalidad, él se ha atrevido a robarle una flor, por lo que se dispone a darle muerte. En ese instante el pobre mercader suplica poder ver a sus hijas por última vez, petición que la bestia acepta, pero con la condición de que una de sus hijas ocupe su lugar.

- La transformación de la Bestia en príncipe es también muy diferente, pero no os la contaré, aunque es mucho más bonita la del cuento que la versión de Disney.





La bella y la bestia supuso para Disney su renacimiento definitivo (aunque a decir verdad comenzó dos años atrás con La sirenita) y fue la primera película de animación nominada al Oscar a la Mejor película (la categoría de Oscar a la mejor película de animación aún no existía) y se alzó con otros dos: mejor canción original (para la canción Bella y bestia son) y banda sonora original (ideadas por Howard Ashman y Alan Menken, los mismos que La sirenita). Además, otras dos canciones más estuvieron nominadas en la categoría de mejor canción original y en la categoría de mejor sonido. Por otra parte, la película ganó el Globo de Oro a la mejor película en la categoría de comedia o musical.





Durante las décadas de las 30 y los 40, el estudio de Walt Disney quisó hacer una adaptación de este cuento de tradición europea, sobre todo tras el éxito de Blancanieves y los siete enanitos, sin embargo cuando en 1946, Jean Cocteau llevó a la gran pantalla su versión de la historia, decidieron retirarse y aplazar el proyecto. Y vaya que si lo demoraron... pues no fue hasta 1988, y tras el éxito de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? cuando se decidieron a desempolvar el proyecto del casillero.

El proceso de producción de la película fue altamente laborioso, pues hasta tres años se precisaron para terminar el film: requirió el trabajo de más de 600 animadores que hicieron más de 226 mil dibujos pintados de forma individual y 14 diseñadores de arte que idearon más de 1300 fondos; se requirió también la presencia de otros tantos técnicos para los efectos por ordenador, muy novedosos para la época. Además, todos ellos asistieron a clases de vals para que los movimientos de los protagonistas fuesen más reales en la escena del baile.

Es importantísimo destacar que es la primera película Disney con guión, pues en las cintas anteriores se trabajaba a partir de story boards.




Curiosidades:

- La película se proyectó por primera vez en septiembre de 1991 durante el Festival de Cine de Nueva York, aún sin terminar del todo, lo que no impidió que el público le dedicase una gran ovación. Casi un año después, se proyectaría en el Festival de Cine de Cannes;
- Se estrenó el 13 de noviembre en Estados Unidos y tras su estreno en el resto del mundo, consiguió recaudar 403 millones de dólares en taquilla;
- En la versión china de la película, Jackie Chan pone la voz a Bella;
- Howard Ashman, compositor de la BSO, murió por complicaciones acarreadas por el SIDA meses antes de estrenarse. A él se le dedicó la película.





Corazones, no quisiera despedirme sin ofreceros mis más sinceros deseos de que paséis una muy feliz Navidad y tengáis un maravilloso 2012.



Muchos besos a to@s.

martes, 13 de diciembre de 2011

La Mala Semilla (The Bad Seed) 1956



Creo que rara vez me he saltado mi particular norma de hablar en el blog sólo de películas que me hayan gustado para, básicamente, no perder el tiempo yo y no hacérselo perder a nadie. 

Con "La Mala Semilla" de Mervyn LeRoy no sabía muy bien que hacer pues, aunque la película me ha parecido irrisoria, la idea en torno a la que gira la película me pareció muy buena y original: psicópatas infantiles. Y con ella las preguntas: ¿Los asesinos nacen o se hacen?, ¿la "maldad" es innata o adquirida?...



Rhoda (Patty McCormack) es una niña de 8 años, rubísima y empachosamente repelente. Se sube la falda para saludar y toca el piano. También es una asesina fría y calculadora. 

Cuando se va de campamento en verano, un niño muere en extrañas circunstancias y su madre, Christine (Nancy Kelly) se pone sobre aviso al notar la fría reacción de la niña ante la muerte de su supuesto amigo y los rumores de que Rhoda guarda en su habitación la medalla que el niño llevaba colgada cuando lo vieron por última vez. Y es que Rhoda anhelaba tener esa medalla...

Christine empieza a atar cabos y descubre que su repelente hija es la asesina de otras personas de su entorno.




La idea no estaba mal pero "La Mala Semilla" se pierde demasiado en el drama y en la historia de la muerte del niño. Eso hubiera sido interesante si la intriga se mantuviera y no supiéramos desde el principio que la asesina es Rhoda. Pero, teniendo un tema entre las manos tan interesante como la psicopatología infantil, la película se regodea en el sufrimiento de la madre de Rhoda, Christine, y su preocupación maternal.


Con Christine sale a relucir en varias ocasiones el tema del psicoanálisis. Es hija de un famoso psicoanalista que trabaja con psicópatas y asesinos pero cree que es adoptada porque a veces tiene sueños extraños en los que se ve de pequeña con una mujer extraña que supone que es su verdadera madre. Y es que la verdadera madre de Christine y abuela biológica de Rhoda fue una famosa asesina en serie. Hete aquí la cuestión.




Que sepamos, Christine no es ninguna psicópata pero, su hija Rhoda, sí. Las dos han sido criadas por familias acomodadas en un entorno saludable, ergo, ¿la maldad viene determinada por la genética? Sobre éste tema se han hecho infinidad de estudios, al principio demasiado extremistas. Se ha dicho de todo, tanto que el carácter es cien por cien genético como que estamos determinados exclusivamente por el entorno.

Hoy sabemos que la personalidad y el carácter de las personas es una mezcla de genética y entorno, fifty fifty. Por lo cual, ninguna conducta es absolutamente definitiva.

La cuestión es que la película parece posicionarse en la opinión de que un psicópata lo es desde que nace, que lo lleva en los genes. Y, por definición, nos dicen, que no hay nada que hacer, o lo que es lo mismo, que el  que nace lechón, muere cochino. (Llevo dos años intentando colar ésta frase ) 




Christine intenta informarse sobre la psicopatología infantil en torno a los colegas de su padre, y todo lo que obtiene como respuesta es verdaderamente descorazonador: hay niños asesinos, si. Y lo seguirán siendo en el futuro. Y casi que le dicen "y si te toca, te toca." A partir de aquí se plantea el dilema moral de Christine, ¿que hacer con Rhoda, si no tiene remedio?.


Una de las cosas que más me chocó es la referencia que se hace a la Frenología, una teoría que afirmaba poder determinar el carácter, la personalidad y las posibles tendencias criminales a través de la forma del cráneo  cabeza y facciones. Hay un momento en que Christine le pregunta a un doctor: "¿Es cierto que los asesinos tienen unas facciones determinadas?" Y el doctor le responde que si. 
Me pareció increíble y totalmente desfasado que una película de 1956 afirmase una teoría de 1800...


Pero para desfasados los personajes secundarios.


La madre del niño asesinado por Rhoda (Eileen Heckart) que entra y sale de la casa de los Penmarck de forma tan intermitente como entra y sale su borrachera de su cuerpo.




El jardinero (Henry Jones) que pretende ser inquietante y se quedó en sobreactuado y ridículo.



Pero nada es comparable con el espantoso, ridículo y moralista final. Ni con esos dos minutos finales una vez terminada la película dónde nos presentan a los actores al más puro estilo "El Chavo del Ocho" y Christine le da a Rhoda unos azotes en el trasero que se hubiese cargado la película aunque ésta hubiese sido una maravilla. De vergüenza ajena, vamos. Pero nada es comparable con la vergüenza ajena de ver las fotos promocionales de la película a cargo de Patty McCormack.




...

Con lo que pudo ser...



Saludos.